martes, 18 de agosto de 2009

ENSOÑACION


Sentada en el andén de mi consciencia, me descubro colgando de la Luna. Mis pies se balancean en el espacio indefinido que aparece entre mis sueños.

Ante mis ojos se exiende un dorado desierto. Al fondo, las palmeras de un vergel me llaman insistentes. Tengo sed, me arde la garganta, y camino bajo el sol que me muerde. ¡ Al fin llegué!, no era un espejismo... Cuelgan dátiles de las ramas de las palmeras, y en el centro una charca de agua azul, cristalina, me invita. Me desnudo, y dejo que mi cuerpo disfrute del frescor. Yo no lo sé, pero tú estás allí, me observas entre los matorrales del oasis. Y entras en el agua, desnudo como yo, y me sorprendes abarcando mi cuerpo con tus brazos. Tu voz compone poemas de amor en mis oidos...

De repente el estruendo del tren que entra en la estación me descuelga de un golpe de la Luna... No estoy en el oasis del desierto, ni tus manos me anudan la cintura... Estoy de pie en el andén, dejando pasar la noche: Metro de Bilbao, línea 2.

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