domingo, 5 de agosto de 2012

ESTANCIAS DONDE NO ABRO LOS OJOS



Limpiando la casa donde habito
entro en mis estancias escondidas
donde moran ingrávidos fantasmas
de olvidados príncipes que han muerto.
A veces, abro los ojos cuando entro,
pero pocas, no me gusta encontrarme
la niña que llora en los rincones...
Me asomo a desafiantes balcones
que emergen de muros que no existen
y miro sin ver el panorama,
paisajes desteñidos, anodinos,
perfectos, que no me dicen nada,
pero no me hacen daño al contemplarlos...
Cajones de escritorios empolvados
guardan hojas dobladas, con palabras
que no se pronunciar sin sonrojarme,
y al abrirlos, a riesgo de asustarme,
preguntas sin respuestas alzan vuelos
como atónitas palomas mensajeras.
Instintos animales se amalgaman
con alocados sueños de poeta,
ocupando asimétricos estantes
de muebles que parecen imposibles.
Deseo, hambre, sed, alma, emociones...
yacen aquí tambien desparramados
encima y por debajo de las mesas.
Los espejos que adornan las paredes
me devuelven reflejos que no quiero.
Y la niña que llora en los rincones,
mientras tanto, remienda mis historias
con los hilos de agua de sus lágrimas.