lunes, 14 de septiembre de 2009

PASEAME


Tus manos saben caminar por mis paisajes como si fueran viento y mar: con suavidad de brisa y embestida de olas en el punto preciso donde queda el amor de una vez satisfecho.

Paséame sin miedo, descúbreme atajos de placer, libérame las sendas que se hallaban cerradas, constrúyeme con tus dedos carreteras de trazados imposibles por donde se deslice vertiginosamente mi deseo.

Yo, mientras te deslizabas, firme y tierno, entre los pliegues de mi piel, te he mirado a los ojos para inventarme en ellos, y me he perdido en la curva inverosímil de tus pestañas.

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